Reza el artículo del mundo:
"La ciudad de la Costa Azul concentra el voto del ultraderechista Frente Nacional por razones de resentimiento, miedo y xenofobia".
Pienso que si sus ciudadanos no ven garantizadas las más importantes y elementales bases de su sociedad, es natural que se sientan amenazados por una inmigración que no acaba nunca de integrarse y que asiste con asustada sorpresa a unas medidas que lejos de absorver a los inmigrantes, sus hijos y nietos -ya nacidos en Francia y por tanto con todas las garantías soberanas- lo que provoca es una mayor radicalización y la institucionalización de la Sharia ante sus mismas narices y paseandose como Mateo por su casa por las calles galas.
A mi particularmente, me parece mucho más grave que asistamos a una decepción por parte de los habitantes de Niza con respecto a la democracia. No por ser un régimen único en la historia y que jamás se ha conocido anteriormente, sino porque las administraciones democráticas han colocado a los pilares que sostiene a Occidente en un "Zoco". Trapicheando aquí, mercadeando allá con pactos, acuerdos y apretones de manos, las bases culturales, legales, y por ende jurídicas de nuestra sociedad.
Así vemos burkas en supermercados, ablaciones y "cadáveres" que misteriosamente aparecen semienterradas. Y más cosas.
No me preocupa que las administraciones no sepan defender nuestra sociedad, me preocupa que nuestra sociedad descubra una mañana que la democracia es incapaz de defenderse a si misma.
Quizás porque peca de un exceso de confianza, de un pletórico optimismo que le ciegue la realidad y esté convencida de que nada o nadie puede ni tiene la capacidad de quitarle el pedestal que disfruta para arrojarla al fango.
Candidatos hay, tanto dentro como fuera.
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